En las lides de la Publicidad y de las campañas de comunicación, no es raro que diversos debates éticos se presenten en la actividad creativa, máxime cuando partimos de una verdad irrefutable que nos ubica a todos (publicistas, doctores, vendedores, periodistas, escritores…) en el mismo renglón, ¡Todos consumimos, gastamos, contaminamos, usamos y desechamos!
De antemano
pido disculpas por el error de singularizar toda una profesión -la mía- y por
traicionar lo que en un ámbito futbolístico se conocería como “la intimidad del
camerino”.
Esta
intimidad a nivel publicitario se refiere a lo siguiente: cuando tengo que crear
una pieza publicitaria, por ejemplo, una que comunique que una EPS, cualquiera,
es buena porque se preocupa por las personas sin importar factores económicos o
sociales, sabiendo de antemano que no lo es (más de 5 billones de pesos se
robaron de la salud de los colombianos las entidades “prestadoras de salud”),
pienso que soy yo un contribuyente permanente a ese sofisma que los medios, la
comunicación y la publicidad imponen sobre nuestro divino derecho: ¡el de saber
la verdad! Cuando debo escribir “de manera creativa y conmovedora” una cuña o
un comercial que indique que cierto banco es el lugar donde tus sueños crecerán,
tus hijos progresarán y tus ahorros rendirán, siendo consciente de que aquí en
Colombia el sector bancario es uno de los más mezquinos y usureros, que registra
billones en utilidades cada trimestre, mientras en escalafones de desigualdad estamos
en el top five mundial y poseemos
unos niveles de miseria alarmantes, (casi el 50% de la población “sobrevive”
con el salario mínimo, unos 300 dólares al mes aprox.), pienso que la “verdad”
que se esconde detrás de luminosos anuncios, portentosos cabezotes de
noticieros, hermosas presentadoras, fastuosas producciones y la ilusión de
control estatal; dista de ser algo verídico, dista de ser algo real.
¿Por qué
costará tanto creer que hay compañías que de verdad ayudan, que se preocupan y
cuidan?, Sé que en mi caso es porque muchas veces estoy detrás de la creación
de esas opulentas campañas y conozco esas primeras intenciones que impulsan a
disfrazar las circunstancias, las cuales están más amarradas a ganar presencia
de marca y a propagar el posicionamiento de la empresa que a devolverle algo al
mundo que les da todo. Ahora, las preguntas son: ¿cree usted? ¿Está a salvo
nuestra supervivencia en manos de las grandes corporaciones? ¿Si una fábrica derriba
un árbol para producir un bien, siembra dos?
Hace poco
Dean Sanders, creador de una firma consultora en temas de sostenibilidad, vino
al País a participar en un foro acerca del tema y a “tomarle el pulso” a las
principales empresas colombianas en términos de Valor Social o lo que en inglés
se conoce como Social Equity.
Las
conclusiones fueron pobres y predecibles. De entrada el grueso de las empresas
aún ve la sostenibilidad y la responsabilidad social empresarial como un gasto
y no como una inversión (previsible, ¿cuándo ha sido rentable invertir en la
gente, en la naturaleza, en la vida?).
En segundo
lugar, las personas sí le creen a las empresas que dicen que se preocupan por
un , al punto de modificar sus hábitos de compra y uso.
#crédulos.
Finalmente,
no tenemos una cultura educativa sostenible, ni en los niveles básicos ni en
los profesionales. El lado
positivo de estas desalentadoras terminaciones, es que sí tenemos una gran
oportunidad en el país. Una de las ventajas de estar tan atrasados en estos
temas y de mantener una dinámica empresarial tan retrógrada, proporciona la
posibilidad de avanzar mucho y de ser, por primera vez y ante el mundo, un
ejemplo positivo. Ser lo que nos creemos ser.
Lo anterior
lo asevero para que despertemos de esa mentira que nos han vendido acerca de lo
buen “vividero” que es Colombia. Hay muchas cosas buenas, ¡es cierto! Pero en
un buen “vividero” no hay asesinatos a diario, no hay acciones terroristas en
nombre de causas inexistentes, no hay un uso inconsciente de los recursos, no
hay manipulación de la información, malversación de fondos, no hay inequidad y
corrupción en entes privados y gubernamentales, no hay brechas imponderables
entre pobres y ricos; de hecho el mejor “vividero” no debería pertenecer a 10
familias; en el mejor “vividero” debe haber gente dispuesta a darlo todo, a
exigirlo todo, a ponerlo todo por tenerlo, por defenderlo. Si no nos
empoderamos, vamos a seguir viviendo de eso, del cuentico.
Hay días,
como hoy, en los que llegar a una conclusión es tan difícil como inocuo, pero
espero, de todo corazón, que la próxima vez que un anunciante me contrate para
desarrollar una campaña de responsabilidad social o de sostenibilidad, no me
diga con entusiasmo… “lo importante es que mi logo se vea bien grande”.
ENTRE TANTO
Les
recomiendo en Youtube ‘El origen de las cosas’, un “jalón de orejas” que nos da
una alerta sobre la forma y el ritmo como consumimos. Muy instructivo y
educativo.
Salió el nuevo Google+, una nueva red social que busca “ponerle el pie” a Facebook. Me
pregunto ¿qué utilidad tiene otra red que solo busca dinamizar la competencia y
aumentar el tiempo que cualquiera de nosotros dedica a revisar la vida ajena?
Desde este espacio conmino a que la usemos solo para promover buenas causas, quién
sabe, tal vez podamos cambiar el mundo una vez más, así como las Redes Sociales
en su momento lo hicieron.
Se vienen las Elecciones para alcaldes y
gobernadores y desde ya aparecen esos grandes caudillos, que como decía el gran
maestro Arnulfo Briceño en su canción ‘A quién engañas abuelo`: “…andan
prometiendo escuelas y puentes donde no hay ríos…”, y la gente se deja llevar
convencida de un futuro mejor. Exhorto a que todos cumplamos con nuestro deber
constitucional de votar, pero que lo hagamos conscientes de las necesidades
colectivas y no de las particulares, que lo hagamos enterados de que ellos son Servidores Públicos y como tales, deben
servir al público, que leamos sus programas y a través de los entes de control,
exijamos que sean cumplidos. Ya nos pasó (?), no darle responsabilidad al voto
ha resultado en ciudades atrasadas, inseguras, violentas, corruptas y sin
sentido de pertenencia, si no me cree, pregúntele a cualquier bogotano.
Recuerde usted, yo y todos, tenemos ‘la voz de Dios’, somos ‘la voz del Pueblo’.