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miércoles, marzo 18, 2020

¿EL VIOLADOR SOY YO?

Un cruel escalofrío fascista-heteronazi corre por mi cuerpo mientras escribo sobre este tema, sin embargo, si el género "es una construcción social impuesta por el patriarcado" entonces durante su creación seré mujer, para que lo aquí consignado tenga validez y sea prácticamente incuestionable. ¡Touché!

¡Perdón! Estimados congéneres, perdón por la negación momentánea de mi irrefutable, observable y comprobable naturaleza, pero no quiero ser víctima de mis "hermanas" de pañuelo verde, máxime cuando el pasado 8 de marzo...

- En México, bajaron del metro a empujones y a madrazos a un señor de 85 años porque se subió por error a un vagón de uso exclusivo de las féminas. El proceso de bajar al rancio macho octogenario del tren, demoró unos minutos porque su bastón se enredo en una de las sillas (?).


- Pintaron de pies a cabeza, con sprays de colores fluorescentes a otro criminal fálico (hombre) que iba pasando cerca a una manifestación femenina y cuya mirada opresora despertó la ira de las luchadoras por la igualdad y el respeto. (Hoy, una semana después, creo que aún debe estar quitándose la pintura de las cejas).


- Rociaron con gasolina, y con la firme intención de incinerar, a un despistado homo erectus que pasó cerca a una concentración de pañuelos verdes. Gracias a "Dies" (con e, para que suene incluyente y empático), la policía intervino antes de que lo convirtieran en una antorcha humana. Todo lo anterior por la reivindicación de sus libertades y la búsqueda de la igualdad.


Dicho lo anterior, es normal preguntarse ¿por qué decidí meterme en esta "agradable" temática?

Resulta que por motivo del 'Día Internacional de la Mujer' y después de desear, ingenua y patriarcalmente, "feliz día" a todas mis amigas, familiares, compañeras y de 'obligar' a mi esposa e hija a recibirme cena, cine, parque de juegos, flores, postre y arrunche en familia, observé en las noticias todas las prédicas, manifestaciones, demandas y arengas que clamaba el movimiento de "personas gestantes" en el mundo (especialmente en Chile, Argentina, Colombia y México) y descubrí, a través de la canción que las identifica, que los de género masculino somos violadores por el simple hecho de ser varones, o como dicen "ellas", por asumir el género que un médico retrógrada nos asignó en función de nuestros genitales y de nuestra anatomía biológica.

Pensaba: "¡carajo! ¿a cuántas he violado?, ¿por qué no recuerdo haberlo hecho?, ¿soy un bandolero? ¿un amante carabinero? ¿merezco morir por tener pipí? ¿qué demonios significa ser un opresor patriarcal? ¿el violador soy yo? ¿el violador soy yo? ¿el violador soy yo? ¿el violador soy yo?

Me levanté de la cama y celular en mano, me puse a investigar por qué este "movimiento" nos acusa de violadores y clama al cielo porque nos extingamos de la faz de la tierra.

Supongo que para preservar la especie, antes de meternos en una cámara de gas al mejor estilo del femi(nazismo), debemos dejar en criogenia algo de material genético.

Me sorprendió mi cavernícola cerebro, al no poder discernir que la marea verde clame por la aplicación estricta de la ley al tiempo que pide aborto indiscriminado e irrestricto (que en nuestra jurisdicción es ilegal) y obvia el hecho de que todo embrión en sus primeros meses de gestación es de género femenino, por lo cual en vez de comprar o usar un método anticonceptivo, prefieren cometer un feminigenocidio prenatal. ¡Macho bruto, yo!

Mí-No-Entender, cómo demandan mejores condiciones laborales, pero en sus cánticos no mencionan que las mujeres se pensionan antes, sus licencias son mayores y rara vez son sometidas a tareas dignas de un semoviente. 

El reloj corre, llega la noche como un aceite de silencio y pena (como dice Mutis, un poeta opresor) y sigo tratando de entender la desigualdad existente en los siniestros y accidentes en donde aflora la manida y nada patriarcal frase: mujeres y niños primero. Mi decadente y misógina memoria hace un esfuerzo inútil por recordar a las mujeres de mi colegio a quienes el Estado chovinista obligó a prestar servicio militar. Trato de calmar mi sesgo heterosexual buscando cifras que me muestren cómo este mundo regido por congéneres aplasta constantemente a las mujeres, tristemente encuentro que son más los hombres que mueren diariamente en conflictos, guerras y enfrentamientos. Son más los hombres privados de la libertad en cárceles. Son más los hombres en situación de indigencia. "Ganamos" en número de suicidios por año, así como superamos ampliamente a las damas en cifras de víctimas de delitos. Los casos de bullying registrados en el mundo son de tres a uno, siendo los niños y jóvenes (machos) los más afectados. 

Ya resulta tonto y cansino tratar de entender por qué no puedo ver más allá de lo fáctico, lo científico y lo estadístico... ¡Soy un vípedo, troglodita, machote, carente de empatía! Condición que se acentúa cuando sigo leyendo datos que comprueban que las condenas judiciales son más fuertes en los casos en donde el acusado es hombre. Los programas sociales benefician en mayor cuantía a las mujeres. La custodia o potestad sobre los hijos generalmente favorece a las damas y ni qué decir del linchamiento social que sufre un hombre cuando maltrata a una mujer; nada que ver cuando el caso es contrario.

Me rindo... No más internet, no más información patriarcal. Ya tengo sueño, remitámonos entonces a la canción. ¡sí! Ese himno del feminazismo llamado: Un violador en tu camino. Canción creada por el colectivo Lastesis, fundado hace año y medio (poquito tiempo) por cuatro mujeres (poquitos seres gestantes) de 31 años (Dafne Valdés, Paula Cometa, Sibila Sotomayor y Lea Cáceres, originarias de Valparaíso) que trataron –con cierto éxito– de transmitir la teoría feminista a través del lenguaje audiovisual... Y digo "cierto éxito" porque no sé si las compositoras querían hacer un llamado contra la violencia que sufren las mujeres o convertir a todos los hombres en el enemigo público número uno, tal como lo hicieron. Lo cierto es que me puse a escucharla y allí, sentado en la sala, mientras en mi cama dormían protegidas, seguras y plácidas mi esposa y mi hija, un estribillo (entre muchos otros de tipo insurgente) llamó mi atención: 

"...El Estado opresor es un macho violador.
El violador eres tú, el violador eres tú...".  

No sé si alguna de las entusiastas que hoy entona y baila esta arenga musicalizada sabe que el Estado se compone de tres partes: el territorio, el poder y la población (TODA la población). Es decir, desconozco (seguramente porque soy hombre) la razón por la cual las féminas se autoacusan de violadoras y opresoras. De inquisidoras y violentas. De autoritarias y manipuladoras. De castigadoras y verdugos (o verdugas, como les suene mejor). La verdad ignoro si es una confesión tácita o el subconsciente actuó en contra de ellas, tal como lo hace cualquiera de sus congéneres. Lo cierto es que a estas alturas y después de saber lo que sé, cabe la pregunta: ¿el violador soy yo o eres tú?

Un grupo de mujeres, el 9 de marzo tras las manifestaciones del Día de la Mujer y las protestas por el trato digno y considerado para las mujeres en ámbitos laborales.


Como decía mi abuelita: "mija está como la gata de misía Flora: si se lo meten: chilla, y si se lo sacan: llora


No es difícil esgrimir la razón por la cual las mujeres no tienen un control total del mundo.

¿y si fuera al revés? ¿Qué pasaría si fuera un montón de hombres poniendo sus falos en la cara de unas policías?


No más preguntas, su señoría.


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lunes, marzo 02, 2020

COLOMBIAVIRUS



Mientras destroza de un feroz mordisco la tripa grasosa y brillosa que envuelve una regordeta morcilla repleta de arroz y arvejas remojadas en sangre, un hombre, al lado de mi mesa, le dice a otro: – Es que esos chinos son muy sucios, ¡¡¡comen hasta murciélago!!!

Si es así y es verdad que el Coronavirus salió de una sopa de murciélago, no me imagino de cuántas pandemias y enfermedades nos habrán culpado en el resto del mundo al enterarse de que aquí le "entramos" sin miedo a la pepitoria, la pelanga, el chunchullo, la longaniza, el caldo de raíz, a la sopa de criadillas, al guiso de cola, al riñón y hasta a la hormiga culona. 

Ni qué decir si llegan a enterarse en otras latitudes de que aquí (en una región de nuestro terruño) es norrrrrmalísimo intimar con una burra o cualquier otro semoviente, que dizque para aumentar la virilidad. Tal vez los virus difundidos por los colombianos no sean de tipo físico sino social y por eso sus síntomas no son tan evidentes como los del Coronavirus. Tal vez el Colombiavirus tenga algo que ver con el comportamiento hipócrita y el actuar cínico de los nacionales. Por ejemplo ver violadores de niños y cruentos pedófilos ahora clamando por los derechos de los menores. Denunciar actos terroristas en otros países y aquí llamarlos "actos revolucionarios de paz". Pedir a punta de grafitis "más heducasión puvlica de calidad". Odiar a Donald Trump por poner un muro para evitar a los mexicanos, pero estar hasta la 'coronavirus' de tanto venezolano deambulando por las calles. Organizar paros para pedir más trabajo. Despotricar de la corrupción mientras se vende el voto y se contrata con el Estado. Llamar "decentes" a los regidos por un tipo que mete el dinero de los sobornos en bolsas de forma clandestina. Pedir paz a punta de violencia. Solidarizarse con un niño australiano a quien le hacen bullying por su apariencia/condición, a la vez que se le ponen todo tipo de apodos al Presidente por tener sobrepeso. Escribir trinos comunistas desde un smartphone durante la fila en Starbucks. Repudiar a los "gringos" por imperialistas, al tiempo que las colas y solicitudes en la embajada para implorar la visa son más largas que nuestra incoherencia...

En fin, el virus chino ya está en nuestro vecindario (aunque de buena fuente supe que ya hay tres casos en Ibagué que no han divulgado aún) y parece imparable su entrada oficial al país. Esperemos que nuestros cuerpos, que ya asimilaron el Colombiavirus -y otras formas más pestilentes de contagio ideológico- al punto que lo convertimos en parte de nuestra idiosincracia, aguanten esta agresiva gripa asiática con la misma resistencia de un hombre murciélago... O como le dicen los "motherfuckers gringos" que nos negaron la visa: Batman.

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