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martes, diciembre 07, 2021

UN HAMPÓN HISTÓRICO



El Mesías de la ultraizquierda bolivariana Gustavo Petro, dejó boquiabierta a toda la comunidad económica del país, y con un sentimiento de culpa a la institución que lo egresó como Economista, al ser quien, sin miedo ni vergüenza, propusiera prender la impresora de billetes del Banco de la República para repartirlos hasta que se erradicara la pobreza (al mejor estilo del finado Chávez). 

Según el 'Señor de las Bolsas', el gobierno debe imprimir dinero bajo el apodo populista de 'Bonos Covid' y repartirlo a los pobres, de esta manera, acabar con la pobreza en Colombia. Obviamente, y para darle más prensa a semejante "ideota", el hábil Petro usa expresiones faranduleras como REDISTRIBUIR LA RIQUEZA.

Desde estas letras nos preguntamos: ¿por qué imprimir una moneda tan devaluada como el peso? ¿no será mejor imprimir dólares o euros y de paso pagar la deuda externa y hasta acabar con el hambre a nivel mundial? Si se acaba, pues imprimimos más y listo.

Ahora bien, dejando sarcasmos de lado, hay que reconocer el físico pavor que se esparce silencioso entre quienes sentimos y sabemos que la elección de la versión colombiana de Chávez, sería el puntillazo final en el ataúd de Colombia.

Las recientes y montruosas filas para expedir el pasaporte, con la intención de abandonar el país y no volver, dan cuenta de ello. (90% de los encuestados en la fila, según reveló un estudio de La FM).

Y es que con una retórica envidiable, con un discurso populista que seduce masas y una inteligente estimulación del odio de clases, 'El Cacas' (como lo llamaban en el M-19) se acerca peligrosamente a la Casa de Nariño. 

Lo curioso del asunto es que a diferencia de su mentor e ídolo, Hugo Chávez Frías, Petro no ha sido sutil con respecto a las medidas bolivarianas que piensa implantar en nuestro país, de ser electo. Por ejemplo: poner a tributar solo a 4.000 personas, las más "ricas", para que ellas solas paguen lo que le tocaría al resto de colombianos. Naturalmente, los dolientes de semejante "venganza tributaria" serán los primeros en salir pitados de Colombia (y con ellos, sus riquezas) tras confirmar el nefasto escenario en el que Petro gane la elección.

Expropiar terrenos de más de 1.000 metros cuadrados que no sean productivos. Lo anterior desincentivará el sector inmobiliario rural, pues nadie en sus sentidos comprará un lote o terreno al saber que en cualquier momento le será arrebatado de las manos. De la misma forma los dueños actuales de alguna tierra la venderán antes de que llegue la Colombia Humana a sonsacarles su propiedad.

Acabar con la industria petrolera. De entrada se trata de renunciar al 2,1% del PIB (lo cual puede no ser mucho para algunos) sin embargo es el bien que más exporta Colombia (28%). Obviamente el 28% del dinero que le entra al país sobre el total de las exportaciones no es una bicoca y para que Petro pueda sustituir su importancia e impacto económico, le tocaría aumentar en más de 400.000% la producción de aguacates (que es algo así como que cada colombiano tenga una mata de aguacate en su casa) o traer, como ya lo ha dicho, 12 millones de turistas por año (actualmente llegan al país algo más de cuatro millones, incluyendo repatriados y algunos inmigrantes venezolanos).

Lo anterior sin mencionar la grotesca crisis energética que afrontaría el país y el brutal incremento en el precio de los combustibles, que a su vez llevaría los precios de prácticamente todo a niveles inalcanzables. 

Obligar a los empresarios a repartir sus utilidades con los empleados. Es evidente la bronca que el capo del Pacto Histórico y de la Primera Línea, profesa en contra de los empresarios. Se entiende, ya que hablamos de un sujeto que nunca en su vida ha tenido un negocio o ha generado un empleo. En todo caso, lo que plantea Petro lo único que logrará es que todas las empresas se esfumen, se radiquen en otros países y que el tenue espíritu emprendedor colombiano (ya mermado por la alta carga tributaria y presa de una voraz informalidad) se extinga tan rápido como se dispararán los niveles de desempleo, pobreza y miseria. ¡No tenga dudas, eso pasará!

Reducir de forma autoritaria los arriendos. El golpe mortal para el sector inmobiliario y de la construcción, que es de los que más jalona la economía cuando la crisis se asoma. El verdadero problema en esta propuesta es que cualquiera con dos dedos de frente, preferirá invertir su dinero en cualquier lugar de la tierra o sector económico, antes de comprar inmuebles en Colombia. 

Conteste con honestidad: ¿Compraría usted un inmueble en Venezuela o en Nicaragua en estos días?

No quiero extenderme de la misma forma que se extiende Petro con sus disparates, propuestas demagógicas y popularacheras. ¡No terminaría!

Al tiempo que escribo esto, allá está el Chávez colombiano, quien empezó su campaña antes que los demás (porque es normal para él saltarse las reglas) arengando en una plaza pública: "Uribe paraco, el pueblo está berraco".

La gente que lo acompaña (pagada o idiotizada) celebra el cántico sin reparar en la factibilidad o realidad de las ideas del líder marxista. Entonces, si la idea es hacer que la gente analice sin fanatismos y con mucho criterio las propuestas de este individuo, pienso que también debo crear un cántico con rima, métrica y ritmo que logre lo que hace el coro referente al expresidente, pero de forma opuesta. 


Todavía no nos ha llegado el Apocalipsis (así como al vecino venezolano, argentino, nicaragüense, peruano, y recientemente, hondureño), aún tenemos el futuro en nuestras manos, por eso cuando Petro salga con otra de las sandeces que dice, cantemos al unísono...

¡Petro hampón, el pueblo no es güevón!


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miércoles, noviembre 24, 2021

MURIÓ EL FÚTBOL

MURIÓ EL FÚTBOL. Por lo menos en Suramérica, tierra de grandes leyendas, talentos irrepetibles y de nada más ni nada menos que 'Do Rei', Edson Arantes do Nacimento: 'Pelé'.



Otra jornada de las esperadas eliminatorias se fue. Es curioso cómo un partido de la selección despierta emociones y expectativas, cuando no han pasado ni tres meses desde la última decepción rabiosa que esa misma jornada deja.

De nuevo la tricolor (la prenda) se va derrotada a la canasta de la ropa sucia. Por su parte la tricolor (el equipo) se va inmaculada y sin muestras de lucha o sacrificio, para el recuerdo efímero del hincha, que en unos pocos meses estará de nuevo apoyando y aguantando.

El flojo rendimiento de nuestra selección, matizado por un inexplicable cuarto puesto en la tabla de clasificación, deja un "sinsabor amargo" (como dijo Fredy 'El Totono' Grisales alguna vez). 

Todo lo anterior, me llevó a una agónica conclusión: MURIÓ EL FÚTBOL. Por lo menos en Suramérica, tierra de grandes leyendas, talentos irrepetibles y de nada más ni nada menos que 'Do Rei', Edson Arantes do Nacimento: 'Pelé'.

Y murió de la peor forma, todo lo que se admiraba de cada selección solo yace como un recuerdo que jornada a jornada se borra con cada nefasta actuación... A ver: 

Un Brasil cuyo “jogo bonito” se basa en los actos teatrales de un auténtico farsante (Neymar), acolitados por pitazos cómplices y cínicos. Atrás, muy atrás quedó la explosión del 'Fenómeno', la clase del Gaucho, la velocidad de Roberto Carlos y la potencia del 'Emperador' Adriano, entre muchos otros artistas del balón.

Una Argentina llevada de la mano en todos los torneos con la misión de conseguirle un título artero a su máxima figura, adobado con peso federado y exaltando adefesios como la viperina lengua de su cancerbero. Ya no hay magia, ya no hay cojones, hoy esta Argentina no da miedo ni ganas de memorizar el nombre de sus "figuras".

Una Uruguay tan carente de ganas y emoción, como su anciano y recién pensionado entrenador. La garra charrúa no tiene filo, no hace daño, con suerte a veces rasguña. El talento de otras épocas (Francescolli, Recoba, Bengoechea,...) escasea, así como el fútbol que alguna vez mostró La aguerrida Celeste.

Una Para-guay, parada, paralizada, parapeta, parera,... Un equipo que abandonó su poderío aéreo y sus rasgos ingleses para adoptar precisamente las mañas de los vecinos y el desorden propio de un equipo sin identidad. 

Una Chile sin chile, sin picante, sin emoción ni manejo. Apegada a dos figuras partuceras y preretiradas. Uno que otro asomo de talento la tiene peleando el tiquete a Catar, sin embargo de las épocas de la emocionante dupla 'Za-Sa', no queda nada.

Una Perú sin talento ni magia setentera. Muchos abriles han pasado desde aquella selección del 78. Chispazos sin chispa, efímeros destellos decoran un balompié oscuro y abúlico, cuyas figuras solo se ven en el equipo técnico.

Una Ecuador africanizada lejos del concepto: Aguinaga. Tan potente y correlona como marrullera y tramposa. El cambio de fuerza por elegancia le funciona, la tabla lo demuestra. Sin embargo ver a la otra tricolor del continente jugando como si fuera Camerún, es algo desconcertante.

Bolivia nunca ha deleitado el ojo del futbolero, sin embargo todo parece indicar que el estilo que mostró a principios del 90, con 'El Diablo' Echeverry a la cabeza, pasó como una anécdota y un recuerdo. Hoy ese equipo solo "vuela" en aires finos, necesita helio en la pelota y ausencia de oxígeno en los pulmones rivales, para sumar en la tabla. Fútbol paquidérmico en la tierra. Filosofía del taponazo y del billarista costeño (el que taca duro, taca dos veces). 

Finalmente, Colombia. Una Colombia sin toque-toque, sin gol-gol, sin raza ni identidad. Mejor dicho: de aquello, nada. No suena la música, no hay baile, ni gol para hacerlo. No hay curramba, no hay sangre, solo ideas angustiosas y desesperadas. El oé oé ha muerto y en su lugar ahora se clama un derrotista “sí se puede”, con la diferencia de que “nunca se puede”.

Venezuela, en lo suyo… El béisbol.

Sí, definitivamente, murió el fútbol.

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sábado, noviembre 13, 2021

SALPICÓN MUISCA

Dejo de escribir unos días (bastantes, de hecho) y pasan (y me pasan) diez mil cosas que me darían para llenar otro blog. Por eso hoy me voy a hacer un SALPICÓN MUISCA con los últimos acontecimientos (a manera de resumen) para ponerme al día con nuestra convulsa y surrealista cotidianidad.



güEPA Justicia Colombia: la coloquial influenciadora (?) Daneidy Barrera, mejor conocida como EPA COLOMBIA, ha sido foco de miradas al vivir en unos pocos meses todos los estados del criollo colombiano... Fama efímera, rebeldía sin causa, vandalismo, redención, "emprendimiento", lucro y despilfarro. Pasó de estar con un pie metido en la cárcel y de enfrentar casi cinco años de cana, a tirar billetes desde un helicóptero. Naturalmente, y aunque su sorpresiva riqueza genera suspicacias, 'EPA' es la excepción que confirma todas las reglas. Nos demostró que en Colombia la justicia ya ni para los de ruana es, es una payasada. Los togados son una mafia que trafica fallos a cambio de burocracia, contratos, mermelada e indulgencia de las bodegas tuiteras. Los jueces, parece que vivieran en Narnia, pues ningún delincuente, por criminal o sádico que sea "representa un peligro para la sociedad". La colorida Daneidy (hoy millonaria y estrato seis) puso en evidencia, una vez más, que en Colombia no hay nada más injusto y corrupto que la justicia colombiana.   

Masterchef Hostility: el renombrado reality gastronómico fue la receta perfecta para probar cuán consumida por el resentimiento, la banalidad y la hipocresía está la sociedad colombiana. Cada fin de semana y tras los episodios del programa, las redes antisociales (en especial Twitter) se convertían en arenas romanas en donde sin piedad y con sed de sangre, "el pueblo" (ese mismo que llamaba a los del NO, enemigos de la paz) pedía la cabeza en una lanza de los participantes que en otros momentos manifestaron su aversión a la socialbacanería progresista, dueña y señora de esas redes. ¡Cero filtros! Los defectos físicos, sus familias, sus hijos, sus carreras, todo, cualquier aspecto de la vida personal o profesional era materia prima para mutilar la imagen y la dignidad de los que estaban fuera de los afectos de la tribuna. Al final, una actriz llamada Carla Giraldo (de quien debo decir, tiene el "cuero muy duro") ganó la competencia y con ello, acabó con el sangriento y visceral tema de los fines de semana, pues si algo supera la maledicencia de nuestra gente, es su inmediatez y su memoria de cortísimo plazo. 

Ciudad Gótica: Si lo de Iván Duque ha sido nefasto en ciertos frentes (más de los que me gustaría admitir), lo de Bogotá, Medellín y Cali no ha sido menos que funesto. Tres alcaldes de la peor izquierda (la solapada) en franca competencia por comprobar cuál de los tres es más inepto, nepotista y ladrón. Sin embargo, y al ser su servidor una víctima directa del desgobierno de Bogotá, voy a declarar como ganador absoluto de ese triste pulso a Claudia Nayibe López, la dizque Alcaldesa.

Mientras la vociferante politiquera compra voluntades en el Concejo con cargos (según lo denunció un cabildante de su misma bancada), la informalidad devora vivo al comercio formal y al empleo que tributa. Mientras que la alcaldesa despilfarra dinero en viajes en primera clase, a cumbres en donde solo invitan presidentes, en Bogotá miles deben embutirse como sardinas en un sistema de transporte disminuido, abandonado e inseguro. Mientras la "dotora" le llama maternalmente "mis muchachos" a los delincuentes e integrantes de la Primera Línea (el kínder terrorista del progresismo), en La Capital los citadinos se deben rocear los santos óleos antes de salir a la calle, pues usar el celular, ir a un restaurante o tener una bicicleta es una sentencia de muerte. Así podría seguir y se me acabarían los dedos de tanto escribir,... Las incoherencias de Nayibe son tan cuantiosas como los contratos que ha entregado a miembros de su colectividad (en especial a la familia del Representante a la Cámara y miembro efímero de la primera línea, Inti Asprilla), pero prefiero dejar ahí y recomendarle a los asiduos a estas letras, que no vengan a Bogotá (si no viven en ella) o que se vayan (si es que la habitan), la primera alcaldesa de la historia, convirtió a la otrora 'Atenas Sudamericana' en Ciudad Gótica, con el agravante que aquí, el único Bruno Díaz que hay, es el exactor cuyo hijo se suicidó después de que fue estafado por el flamante senador de la Colombia Humana Gustavo Bolívar (otro 'Decente').

Si Garavito fuera del Común: Un grito unísono de indignación se oyó al escuchar un polémico pedido que hizo el Inpec, de libertad condicional para Luis Alfredo Garavito, el mayor violador y asesino de menores de Colombia. La solicitud fue negada por un juez, pero el condenado podría salir de la cárcel si reúne el dinero para la reparación de las víctimas. De inmediato, las voces en contra no se hicieron esperar, incluso esas de los periodistas, cantantes, comediantes, políticos y miembros de la "farcsándula" criolla, que han condonado exactamente los mismos crímenes cometidos por miembros de las farc, hoy en el congreso, con partido propio (comunes) y salario de 45 millones de pesos. No es por insistir en la hipocresía natural del colombiano, y casi enquistada en el zurdo promedio, pero no deja de sorprender cómo ponerle ideología a un crimen de lesa humanidad, para algunos es la receta de la absolución.

Grande Granda: microhistoria: hay una agenda populista en el mundo > las farc y su redentor Juan Manuel Santos, hacen parte de ella > Rodrigo Granda, miembro de las farc y con miles de delitos en su haber, goza de total impunidad > Uno de los delitos fue el secuestro y asesinato a sangre fría de la hija del expresidente del Paraguay Raúl Cubas (Cecilia) > Por ese y otros, el genocida senador colombiano tiene circular roja de la Interpol > El asesino viaja a México > La Interpol lo coge y lo va a extraditar a Paraguay > El Presidente mexicano AMLO (que más parece MALO) lo devuelve al cordial e impune abrigo de la JEP > Paraguay queda "mamando" y Colombia (un país vergonzante para muchos) nuevamente demuestra que es un Estado que protege terroristas > Fin.

Este salpicón resultó bien escaso (ante la cantidad de vainas que pasan aquí), retomaré mis preparaciones gradualmente, no olviden suscribirse. 

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¡Salud!

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lunes, junio 28, 2021

LA DEGENERACIÓN SIN MIEDO

SIN MIEDO, NO SOMOS MÁS QUE ENTES CUYA EXISTENCIA SE BASA EN RESPIRAR Y EN COMER. Pilas ambulantes que solo esperan su extinción, mientras luchamos los unos contra los otros por sobrevivir. La falta de temor a lo divino y a lo humano es un camino inexorable hacia la decadencia.


Se autodenomina ‘La Generación sin Miedo’ y a juzgar por sus actos, lo es. Sus integrantes deambulan por la vida retando cualquier forma de autoridad. Se entienden en revolución permanente, pues la ausencia de necesidades reales y su relación lejana y digital con los verdaderos dramas humanos, hace de ellos una turba de empáticos selectivos que reacciona con violencia a la sola sugerencia de obediencia o uniformidad. 

Su moral es disfórica, conocen la pobreza de la misma forma que entienden la responsabilidad. Nacieron en un lugar plagado de derechos sin deberes y de recompensas sin sacrificios. El único mundo que dimensionan es una versión pusilánime de sí mismo, que acolchó sus paredes de realidad, precariedad y escasez a la medida de la psicología infantil, que pronosticó daños irreparables al menor asomo de corrección. La terquedad revuelta con insolencia es su impronta, oyen pero no escuchan; leen pero no entienden, actúan sin pensar y sin escrúpulos, jamás reconocen un error porque aprendieron que las culpas son siempre de otros. Si llega la evidencia innegable del fallo, optan por la victimización y el autoflagelo, que en algunos casos llega a ser fatal (hasta su suicidio ha sido culpa de otros).  

Como resultado tenemos una sociedad hipócrita y de doble moral. Una degeneración de degenerados que repele con tozudez lo tradicional y se rinde sin pensar ante lo bizarro. Lo alarmante es que esta “camada” de individuos no solo responde a una agrupación etaria. Sorprende ver treintones, cuarentones y hasta de más edad, actuando con la misma inmadurez social y banalidad intelectual que un millenial o un centenial.

Para colmo, la reverencia que tiene esta generación por la opinión de cantantes, youtubers, influenciadores, comediantes y actores, quienes otrora nunca fueron referente intelectual, político, social y mucho menos económico, es kafkiana. Resultado de lo anterior, pululan individuos que no comprenden los linderos de la sociedad y su funcionamiento,  relativizan cualquier cuestión achacándosela a la mera autopercepción y al romanticismo de los discursos. Son elocuentes citando términos como “resistencia” y “revolución” abstractos que entienden semejantes a un juego de video (que es en esencia la referencia más próxima de un suceso parecido) en el cual, el jugador tiene varias vidas y va eliminando enemigos hasta que consigue su objetivo (derrotar al villano). Sus opiniones tienen preeminencia sobre las del resto de sus semejantes.

Esta generación ama el victimismo, es atraída hacia ese arquetipo con patológica frecuencia. El estoicismo de la víctima es confundido con la del mártir, por lo cual no es extraño ver con frecuencia, jóvenes caídos en alguna protesta o marcha que no tiene ningún fundamento fáctico, sino más bien retórico y político. Todo es susceptible de volverse causa. Que el género, la injusticia, la corrupción, la inequidad, el feminismo, el machismo, la raza, los LGBTI, el indigenismo, la guerra, la ancestralidad, el ateísmo; todo tiene la potencialidad de ser utilizado como método de corrección política, una de sus más frecuentes, odiosas e identificables prácticas. 

Lo curioso es que esta generación que se jura rebelde es astutamente utilizada por el mismo sistema que busca derrotar. Ingenuamente cree que está alterando el statuo quo, cuando en realidad está, a través de actos inocuos, creando las condiciones para que todo siga tal como está. Por eso la situación pública y social parece inalterable con el pasar de los años.

Esta generación adormeció su espíritu crítico y obvió la búsqueda de un propósito de vida, por lo cual adopta sin resistencia el de alguien más. Perdió el miedo a fracasar y así va por la vida reclamando derechos que nunca adquirió. Esta generación se degeneró sin miedo.

  

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martes, junio 15, 2021

JUSTICIA VS JUSTICIA


En términos clásicos y puros: la justicia es el principio moral que lleva a dar a cada uno lo que le corresponde o pertenece. En un contexto más práctico: la justicia es dar a cada quien lo que produce. En un escenario más coloquial la justicia dice: si tú estudiaste más, trabajaste más y te esforzaste más; mereces más. Al tiempo que advierte: si mientras que el otro estaba produciendo, tú andabas de rumba, de paseo, fumando hierba o entregado a los placeres mundanos, la justicia obrará y cada uno recibirá lo que produjo.

Justicia es cosechar lo que fue sembrado.

A pesar de la obviedad de la idea, de lo fácil que resulta entender este concepto, los militantes de la izquierda y los fieles creyentes de las ideologías comunistas, que son tan "generosos" con el recurso ajeno, se inventaron un término tan sonoro como mentiroso: 'La justicia social'.

Cualquier caminante desprevenido pensaría que 'Justicia Social' se trata de extender el precepto de justicia a la sociedad. Pero no, ¡es todo lo contrario! Si la justicia te da, la justicia social te roba. Cuando la justicia dicta: recompensar, la justicia social escribe: sonsacar. Cuando la justicia reza: propiedad, la justicia social grita: exprópiese.

En un escenario más cotidiano: lo que estudiaste, trabajaste y produjiste, se debe repartir con quien estaba de partusa y juerga, con quien se quedó durmiendo pasando la cruda, mientras que tú trabajabas. 

En pocas palabras, la justicia social es todo lo contrario a la justicia,... ¡Y no funciona! No funciona porque al quitarle a quien produce para darle al que no, pasan dos cosas:

1. Quien produce se desmotiva. Piensa que no importa cuánto se esfuerce. A mayor producción, mayor porción de lo producido le va a sacar el estado (en forma de impuestos) para darle al que no produce nada (en forma de subsidios). Disminuirá su esfuerzo bajo el razonamiento: "¿y yo por qué sí y los otros no?". 

2. El que no produce nada, al ver que sin esfuerzo alguno recibe ingreso, no va a cambiar su estatus parasitario y dependiente. No se volverá productivo bajo la siguiente prédica: "¡Es poco, pero es gratis!".

En concreto los impuestos son un freno y los subsidios son un acelerador. 

Cuando gravan a una empresa, frena la creación de empresas. Cuando gravan de forma desaforada y porcentual los ingresos, estos frenan de forma sustancial. Cuando se grava sin control a la riqueza, esta simplemente se va. Por otra parte, cuando se subsidia al desempleado, la condición de cesante se vuelve atractiva y aumenta. Cuando los gobiernos premian la improductividad, esta se multiplica exponencialmente y se transforman gradualmente en estados incompetentes e improductivos.

En conclusión, si usted es de los que promueve la 'Justicia Social' (disfrazándola de empatía), empiece por repartir lo suyo, sus posesiones y el fruto de su trabajo. Estoy seguro de que luego de un par de esos gestos, la tal empatía no le va a parecer tan justa.

Como dijo el economista y politólogo argentino Javier Miléi: "Con el culo ajeno, todos somos putos".


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martes, junio 08, 2021

GENTE DE BIEN

Dos dedos de frente son suficientes para notar que hoy estamos siendo víctimas de un discurcito zurdo, siniestro, lastimero y victimizador que objeta lo que es y exalta lo que no es.


Cometa usted la estupidez de perder el tiempo razonando, citando datos, cifras, estudios y ejemplos históricos; ¡todo será en vano! El zurdo promedio no solo no va a admitir su devoción a una ideología fallida, mezquina y miserable, sino que de manera automática se defenderá victimizándose o usando alguna figura retórica (usualmente la ironía), para atacar con sevicia a quien ose cuestionar su retorcida lógica (si es que no menciona a ya sabemos quién). 

Así nace el sarcasmo ridículo: GENTE DE BIEN. Utilizado asiduamente con desprecio por los que cubren (desde la calle y/o desde el teclado) con palabras populares y románticas, fechorías violentas y salvajes. Eso sí, solo las cometidas por hampones de ideología  zurda.

¿Y qué significa ser 'gente de bien'? Normalmente llamaríamos así a las personas (gente) que hacen el bien. Seres humanos cuyas acciones son aptas para satisfacer, directa o indirectamente, una necesidad humana. Actividades que conllevan utilidad y beneficio, público o privado. Gentes que nunca trasgreden los derechos ajenos (ni empatizan con los que lo hacen), para imponer los propios. Elementos productivos y útiles para una sociedad o una comunidad.

Sin embargo en Colombia, en donde los odiadores enfermizos hacen más bulla, 'Gente de bien' es sinónimo de paramilitar, asesino, oligarca, egoísta, indiferente,... Y obvio, el infaltable: uribista.

Pues así duela (porque sé que le duele a los del resentimiento delirante), la gente de bien trabaja honestamente. Comprende que a mayor esfuerzo, mejor recompensa. Cuando se manifiesta, lo hace sin causar perjuicio a otros, como se ha demostrado varias veces. Entiende que la desigualdad en el país es ancestral y que no se combate cometiendo actos terroristas en contra de sus vecinos y coterráneos. No apoya ni exalta a los violentos y a los hampones, así ellos digan que todas sus fechorías las cometieron por el interés del pueblo y por amor a él. La gente de bien respeta las opiniones opuestas, aun cuando no las comparta. Es capaz de razonar un hecho tan obvio como la relación entre deberes y derechos. La gente de bien no politiza los delitos, no romantiza la delincuencia matizándola con ideologías. No se rinde ante la retórica política que seduce y empodera a ignorantes y resentidos sociales. La gente de bien está "mamada" de la gentuza que impone sus ideas con violencia y que cuando se ve confrontada, se victimiza. La gente de bien está hastiada de que se aprovechen de su nobleza. La gente de bien, se está agotando de serlo. ¡Preocupante!

Para finalizar esta reflexión, y en medio de un desaliento social muy profundo, invito a todos a emular a la criticada Gente de Bien. Probablemente con más gente que construya el bien logremos un país que no se autodestruya tan mal.


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miércoles, junio 02, 2021

2021


Estoy canaliando tranquilo y me encuentro con una escena en donde el mundo empieza de cero, miles de personas salen de unas arcas que se dirigen a 'Cabo Esperanza', uno de los pocos lugares del mundo que no se destruyó tras el apocalipsis pronosticado por los indígenas manitos. La idea es rehacer lo que irónicamente hoy llamamos: CIVILIZACIÓN. Así termina la película '2012'.

Ese final sugiere que la vida sigue, los seres humanos aprenden de los errores y por fin viven sin la necesidad de estarse matando unos a otros. Cuando la vi, lo creí todo: el apocalipsis, las piruetas imposibles en una limosina que evita derrumbes y atraviesa edificios cayendo, los protagonistas que sin ninguna experiencia ni conocimiento son capaces de pilotear aeronaves de más de 6.000 toneladas, hasta el presidente de E.U. muriendo estoicamente al lado de su pueblo... Todo lo creí, menos una cosa, el utópico final.

Estoy convencido de que para nosotros, los humanos (y más para los de esta "degeneración" sin miedo) es imposible convivir sin desvivir a otros. 

Colombia es la prueba fehaciente del odio visceral y de la envidia delirante que yace en lo más profundo de nuestra humanidad (De allí que el partido político más odioso y ruin, que dirige un cruel asesino, se llame: 'Colombia Humana').

Ese odio, ese ardor, esa furia y ese desprecio por lo que no es igual a quien lo siente, convierte a cualquier persona en un asesino potencial. (Durante estos días de marchas "pacíficas" lo hemos confirmado). A esa clase de personas, las multitudes lo alientan, los discursos incendiarios lo estimulan y la ruina igualitaria lo seducen.

Solo basta imaginar que en la "Nueva Tierra" alguien tenga más o logre un mejor refugio (porque se esforzó más o porque vio 'Lost' y sabe sobrevivir en una isla) para que la escoria social y resentida aflore, se una y empiece a fraguar un acto violento en contra del que está mejor, fundamentado en la igualdad, la paz y en la justicia.

En la película no lo muestran, pero creo que esa nueva sociedad no llegó al 2013 completa... Así como la nuestra no lo hará al 2022 (¡Año de elecciones!).


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viernes, mayo 14, 2021

POLOMBIA PARA DUMMIES - 5 TIPS


Por estos días, no hay charla en la que no se discuta lo que está pasando en Colombia.

– ¿Y qué está pasando?

– ¡Pues eso! La crisis.

– ¿Cuál crisis?

– La crisis del paro, de las elecciones, de las marchas, de los gremios, de los muertos, de la educación, de los falsos positivos, de la jep, de los indígenas, de la Guajira, de las barras bravas, de la vivienda, de la violencia, del desplazamiento, de las reformas, de la paz, de las drogas, del glifosato, de la inseguridad, de los subsidios, de la corrupción, de Petro, de Uribe,... De la maternidad de las gallinas... (?). ¡Qué sé yo! No importa cuándo se lea esto, Colombia siempre ha estado, está y estará en crisis.

Parece ser que nuestro statuo quo es el conflicto, nuestra normalidad es la anormalidad y la inestabilidad nos proporciona estabilidad.

– ¿Y cómo hace uno para vivir en un país así, alguna vez denominado: 'El más feliz del mundo'?

– ¡Ni idea! Lo cierto es que después de 41 años de estar en él y de ver cosas que parecen sacadas de un episodio de 'Replays' (ver para creer), seguir contando el cuento es una absoluta proeza. Por lo anterior, voy a dejar cinco tips para DUMMYS, que ojalá lo ayuden a vivir en 'Polombia' y a no pegarse un tiro en el intento.


1. Vuélvase un importaculista:

En Colombia nadie sabe de nada pero opina de todo. Lo hace con propiedad y hasta con furia. Por eso, sobre cualquier cosa, el colombiano siempre tendrá una opinión y estará completamente seguro de lo que dice. Aquí es normal que se ataque al sujeto y no el argumento. En caso de no ir como 'Vicente' (pa' donde va la gente) usted será vilipendiado de forma venenosa y cruel. Naturalmente los logros y fracasos de los demás, serán tela de donde los coterráneos cortarán sin contemplación. Por lo tanto es imperante desarrollar un 'Importaculismo profesional' y aplicar, tal como lo dice el título de este libro: el sutil arte de que te importe un carajo.


2. Viva cada día como si fuera el último:

Sé que suena a frase de 'coach' barato (de esos que abundan ahora). Pero en Colombia esa afirmación se debe entender y aplicar de una forma literal. Tener un celular, usar una bicicleta para hacer un recorrido corto, bajar el vidrio en un día caluroso, ponerse una camiseta de equis color, salir a marchar o no hacerlo, o simplemente expresar su opinión, es en 'Polombia' una posible sentencia de muerte. Aquí la autoridad solo luce como un recuerdo vago, estamos en el país de "haga lo que quiera". Aquí cualquier atisbo de corrección es tomada como paramilitarismo, dictadura, opresión, fascismo o represión. Lo anterior aunado al resentimiento inherente del nacional, hace de este país un campo minado. Lo que queda es vivir cada día plenamente, pues la muerte lo puede encontrar a uno hasta sentado en la cama.


3. Esté en la rosca:

Así le decimos los colombianos a pertenecer al grupo privilegiado, a la élite favorecida, a los que les "reparten" primero. Hay personas que nacen en ella, hay otras que luchan toda su vida para ingresar y lo logran, otros muchos, lo intentan y durante su existencia despotrican de ella, porque nunca logran integrarla. Esa envidia corrosiva genera altas dosis de resentimiento, de allí que muchos odien la corrupción (o eso dicen), sin embargo el verdadero problema de esa corrupción es el no ser parte de ella. ¿Se puede vivir en Polombia sin hacer parte de ninguna rosca?, ¡Sí! Pero va a ser un viaje doloroso y frustrante.


4. Sea pesimista:

Haga un ejercicio: pregúntele a cualquier "polombiano" cómo va el país. Nueve de cada 10 le dirán que vamos como un culo, que esto está terrible, mejor dicho: que ¡estamos jodidos! Lo cierto es que victimizarse es el deporte nacional, y en un país que da motivos varios para hacerlo, tener una actitud que no sea derrotista y claudicante; va a parecer de locos. Alguien que sonríe en medio de tanta amargura no solo es raro, es sospechoso. Si usted dice que va bien y que Polombia, a pesar de que tiene problemas (como todos los países del mundo) va a salir adelante, será tildado de torcido o de "poco empático". Aquí ser optimista, paradójicamente, lo transformará en un paria. Inexplicablemente, la procesión debe ir por fuera, no por dentro. El arcoíris y la buena energía es mejor ocultarla de la turba triste y pesimista. Recuerde el tip uno (1), ir pa' donde va Vicente le evitará muchos dolores de cabeza y discusiones insulsas.


5. Emigre:

Ya sé que es una contradicción que el consejo para vivir bien en un lugar, sea abandonarlo. Venga le explico. Resulta que la mayoría de colombianos se quiere ir de aquí. Las razones son infinitas y siempre ajenas: que el gobierno, que la gente, que los precios, que la inseguridad, que el atraso, que la corrupción, que la rosca, etc., etc,. Sin embargo, cuando algunos pocos lo logran, se les activa el nacionalista y el patriota. Consumen noticias con apetito patológico, saben de todo lo que pasa acá y casualmente, desde su exilio, tienen la solución para los problemas de esta pobre y bananera republiqueta. En pocas palabras, se vuelven mejores colombianos cuando están lejos que cuando están acá. Se les dispara la empatía, la justicia social y el activismo de teclado. Si su deseo es vivir mejor en Polombia, ¡emigre!


El Pelirolo (fb) (tw)


La peliroñapa: los "amigos del paro" están como locos compitiéndole a Gustavo Petro por el Nobel de Economía (por su tesis de imprimir más billetes para repartir entre todos y así combatir la pobreza). Ahora, con la reforma hundida (que buscaba recaudar $23 billones) proponen un pliego de peticiones que suma $81 billones. Algo así como cuatro reformas tal como la que presentó el 'Malvado' Carrasquilla. Lo curioso del asunto, es que con el tal paro, que ya suma 16 días (y contando), las pérdidas ya van por el orden de los $5 billones. ¡Está difícil elegir a un ganador!

lunes, mayo 03, 2021

LA REFORMA NECESARIA

"Salió la gente a protestar por un mejor país y una vez más, quedó demostrado que lo que necesitamos es mejor gente".


En Colombia se habla de toda clase de reformas, menos de la más importante y necesaria, la reforma personal.

Sí, una reforma de cada uno de nosotros, como seres que hacen parte de una sociedad. Una que acabe de una vez por todas la odiosa costumbre de echarle la culpa a otros de los errores propios. Una reforma que nos demuestre, por ejemplo, la hipocresía existente en robar durante una protesta en contra de la corrupción. 

Necesitamos una reforma que no solo le haga propaganda a los derechos, sino también a los esfuerzos y deberes. Que nos permita ver y entender que nuestro camino no se construye mirando y envidiando el del vecino. Urge en Colombia una reforma que evite nuestra forma violenta de ser pacíficos.

Esta reforma no vendrá de ningún político (así haya algunos que la prometan), pues el único capaz de gobernar su vida y su criterio es usted mismo. ¡Sea usted el Presidente de su comportamiento! Su república demanda un mandatario. En ella usted propone y dispone. En su patria de usted dependerá que su tierra sea justa y tan buen vividero como lo desea. Si el anhelo es el de una nación sin corrupción, pues en su terruño personal no puede permitirse ningún acto deshonesto. Si clama por una Colombia justa, sus acciones deben demostrar una rectitud a toda prueba.

Lo de estos días (y de los otros) más allá de ser la misma película miserable, delirante y triste (solo que con diferente "florero"), es la prueba fehaciente de que lo que le da combustible a nuestros problemas, y a la gente que se beneficia de ellos, es nuestra propia incoherencia. 

¿Cómo pretendemos ser más humanos comportándonos como bestias? ¿Cómo pretendemos ser empáticos si somos selectivos a la hora de elegir las circunstancias con las que empatizamos? ¿Cómo queremos hacer funcionar un país si no sabemos hacer funcionar nuestra propia consciencia? ¿Cómo queremos vivir en democracia si imponemos nuestras ideas de forma totalitaria, arbitraria y violenta? ¿Cómo esperamos que haya decencia en tiempos en donde se nos aplaude por ser grotescos?

Ni voy a entrar en detalles de lo que está pasando, siempre pasa algo, no voy a enjuiciar a este u otro político, no voy a hacerle eco a las arengas que ensucian los discursos, las redes y las paredes; la locura colectiva es el resultado de la suma de actitudes individuales, si como individuos nos gobernamos, seguro llegará el cambio colectivo que todos soñamos, y de paso, el país que queremos.

A esa reforma, yo me le mido ¿y usted?


El Pelirolo (fb) (tw)

 

viernes, abril 09, 2021

NO ES URIBISMO





De un tiempo para acá, (más o menos desde que la nobel-élite colombiana nos dividió entre amigos y enemigos de la paz) todo en Colombia se volvió uribismo y antiuribismo. Ya ni siquiera estamos debatiéndonos y clasificándonos entre comunistas y fascistas o entre zurdos y diestros, ahora todo lo que no está filiado con la extrema izquierda y emana un inexplicable odio en contra de cualquier cosa que huela, parezca, se vea o se arrime a Álvaro Uribe Vélez, es necesariamente uribista.

Realmente creo que ajustarle lo divino y lo humano a una sola persona, llámese como se llame y sea quien sea, es la prescripción segura para el fracaso y la renuncia delirante a cualquier tipo de análisis de las problemáticas sociales.

Dicho de otra manera, buena labor realizaron los promotores de esta idea, al implantar en su público uno de los 11 principios propagandísticos de Joseph Goebbels  con tanto éxito. (SIMPLIFICACIÓN - ENEMIGO ÚNICO: adopte una única idea, un único símbolo; individualice a su adversario en un único enemigo).

Ahora bien, si lo ha notado ya llevo tres párrafos en los que no he dicho nada en contra de Uribe, por consiguiente, algunos fanáticos ya deben estarme poniendo frente paramilitar y alias. 

Sin embargo esta columna no es para atacar ni para absolver a nadie, es solo para ayudar a que esos fanáticos superen su perturbada obsesión y despierten el sentido crítico que sé que algunos tienen y que por su odio se niegan a utilizar. Me gustaría ayudar a que ampliemos, como colombianos, nuestro visor de la realidad nacional y a que, así suene utópico, encontremos consensos en medio de las diferencias. ¿Por qué? Porque no podemos seguir viendo a Colombia de manera binaria y mucho menos, seguir analizándola en función de lo que pasa, piensa y vive un 0,000000019851511% de los habitantes (o sea 1 Uribe / 50.374.000 colombianos).

Ahora sí entremos en materia: 

No es uribismo sentir indignación, como padres, hijos, hermanos, ¡humanos!, al ver confesos violadores de niños siendo convertidos en faros morales. Obviar que nunca repararon a sus cuantiosas víctimas y que mes a mes devengan $35 millones de pesos por su "trabajo" como congresistas.

No es uribismo preferir ocho años de cárcel (siendo pocos) para los culpables (paras) de atroces crímenes de lesa humanidad, que ni un solo día tras las rejas (de los de las farc). 

No es uribismo indignarse cuando con la anuencia de la opinión pública, en el congreso son hundidas iniciativas como la reducción del parlamento, la reducción de salarios a representantes y senadores, cárcel perpetua para violadores de niños o la prohibición de actividades mineras en los páramos; solo porque lo propuso el expresidente o alguien de su partido.  

No es uribismo aplaudir una cárcel en E.U. para los jefes de grupos narcoterroristas paramilitares y enfurecerse al ver que con curules e impunidad "castigaron" a los jefes farianos.

No es uribismo no ver diferencia alguna entre una masacre cometida por los paras o por las farc; por clanes o combos; por grupos disidentes o bacrim; por hampones o "jóvenes revolucionarios" (así como denominó Gustavo Petro al grupo terrorista M-19).

No es uribismo objetar, criticar y/o cuestionar que mientras por parapolítica hay más de 68 condenados y otros tantos investigados, por farcpolítica no se registra ni una sola condena ni investigación seria en curso.

No es uribismo haber previsto que el proceso de paz no era más que el mayor lavado de narcoactivos de la historia. No es uribismo haber leído las 297 páginas del acuerdo final y haber votado NO. No tiene nada que ver con Uribe, pedir que seis años después, ante la luz de los hechos, se reconozca el resultado del 02 de octubre.

No es uribismo condenar los falsos positivos y los directos responsables (Presidente, Álvaro Uribe Vélez; Mindefensa, Juan Manuel Santos y mandos militares) con la misma severidad o con la misma indulgencia. No es uribismo exigirle a los obsesos odiadores del Senador, el mismo rasero con el "Nobel", a quien le aplaudieron la tal "paz" y de manera inexplicable, "sacaron de esa colada". 

No es uribismo por lo menos esperar que a Uribe y a sus allegados, aliados y copartidarios; (de hecho a cualquier colombiano) también le aplique la presunción de inocencia de la cual gozan todos los políticos de izquierda, guerrilleros indultados, hijos de terroristas condenados y actores de la vida nacional. Es lógico intuir que si el expresidente es tan, tan, pero tan malo como lo pintan, algo le han de probar, demostrar y exponer sus enemigos (que no son pocos).

No es uribismo haber vivido en tiempos del ISS (instituto del seguro social), haber sido víctima/paciente de la salud en manos estatales y reconocer, que la Ley 100 (con todos los fallos que tiene), es de lejos mucho mejor. No es uribismo revirar ante los colombianos que sin pagar mayor cuantía han sido operados, tratados y aliviados. Qué va a tener que ver con el señor Uribe, comparar el sistema de salud en otros países con el nuestro, cuando los que viven allá lo critican al tiempo que vienen a hacerse sus tratamientos médicos acá.

No es uribismo cuando se exige que el terrorismo y los delitos que socialmente son condenados en tierras extranjeras (poniendo banderitas en los perfiles de Facebook y montando hashtags en Twitter) sean también censurados a nivel nacional.

No es uribismo saber y entender por qué en Colombia no hay paz, si ya se firmó el acuerdo que muchos juraron, la traería.

No es uribismo sentir que algo no anda bien con la justicia cuando, por ejemplo, a Andrés Felipe Arias, exMinagricultura, lo condenan a 17 años de cárcel (por el escándalo de AIS) y en contraste a Julián Gallo, alias: Carlos Lozada; alias: 'Tornillo', lo dejan que camine campante por los pasillos del Congreso, a la vez que carga con un prontuario que incluye reclutamiento de niños, más de 300 violaciones, abortos forzados, asesinatos, masacres, narcotráfico, extorsión y secuestro.

No es uribismo recordar cómo era Venezuela hace 25 años y cómo es ahora. No tiene nada que ver con el político antioqueño, presenciar en cada semáforo de la ciudad, familias enteras de 'Chamos' pidiendo limosna. ¿Qué relación puede haber entre Uribe y la rabia que produce ver las carreteras colombianas llenas de familias venezolanas, quienes con sus corotos al hombro, deambulan como si no tuvieran patria? ¿Es uribismo acaso advertir e identificar a los políticos y líderes colombianos que apoyan y respaldan el régimen que arruinó a ese país y lo volvió el lastre de toda la región?

En fin,... Así podría seguir enumerando múltiples aspectos de la vida cotidiana en donde la crítica, la objeción y hasta una simple pregunta, lo matricula a uno como barra brava del expresidente. Sin embargo creo que abrir el debate, evitar el rótulo y empezar a ver el área gris inherente a los puntos de vista, es tarea obligada para todos. 

viernes, marzo 12, 2021

SI NO SABE, NO VOTE


Vuelvo a las letras que no rentan. Siempre que me prometo dejarlas, todo tipo de catarsis me ponen de regreso a su confortable y terapéutico abrigo.

Hoy simplemente para darle un consejo: si no sabe, no vote.

Contra cualquier pronóstico o cálculo, el Palacio de Liévano es ocupado, de nuevo, por un personaje más nefasto y más pútrido, que Gustavo Petro (y eso es mucho, pero mucho decir). Después de haber desafiado y subestimado la ignorancia del electorado capitalino (el mismo que puso a Samuel, a Lucho y a Petro) creyendo que una catástrofe de esas proporciones no volvería a ocurrir, hoy debo pedirle a algunos coterráneos que no voten.

La verdad es que somos pocos en Bogotá, los que entendemos la responsabilidad que conlleva el derecho al sufragio, por eso es mejor que solo los que lo sabemos hacer, lo hagamos. 

Posiblemente este pedido le resulte ofensivo o un agravio personal, pero no lo es.

Un ejemplo es como cuando su esposa le dice en casa que ese arreglo de plomería que el baño requiere es mejor que lo haga un plomero y no usted. Ella no desconoce sus cualidades y saberes, pero sí reconoce que la plomería en particular no es lo suyo y que si se pone a meterle mano al baño, va a causar un daño peor y más costoso.

Algo muy similar le pido hoy: lo de votar no es lo suyo, por eso no lo haga. 

Claudia López en la alcaldía nos dice que usted es incapaz de reconocer a demagogos de ese tipo. Usted es ciego ante los politiqueros fascistas que se encumbran como antifascistas. Para usted son indetectables los repartidores de miseria asiduos al nepotismo, los sembradores de odio y cizaña, los populistas de plaza, megáfono y balcón, los clientelistas, los inoperantes y los cínicos.

Ella lo tramó con la retórica y el desparpajo propio de los embaucadores. Lo timó vendiéndole una posición ideológica zurda disfrazada hábilmente de simetría política. Lo encantó con un discurso vehemente que exacerba su odio -especialmente el que siente por el uribismo-. Amigo, "lo chalequiaron" y aún no se ha dado cuenta.

No voy a enumerar todos los actos de corrupción, nepotismo, demagogia, impudor, improvisación y desfachatez que en algo más de un año ha cometido Nayibe, no me alcanzarían las palabras. Tampoco voy a describir la cruda realidad capitalina, que sé, estamos viviendo y padeciendo usted, yo y miles de personas, solo voy a dejar una breve reflexión: Bogotá es nuestra casa, no debe ser regida por alguien que sube capitalizando odios. Si la ciudad mejora a todos nos mejora la vida. No se trata de buscar culpables (como hace la señora Nayibe: que Uribe, que Duque, que el Ministro, que el periodismo, que el Concejo,... Y ahora los venezolanos) se trata de ser bogotanos antes de ser diestros o zurdos; se trata de ser alcaldes de nuestra ciudad y cada uno trabajar por ella. Se trata de ser humildes y recibir este consejo: si no sabe, ¡NO VOTE!



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