Me es imposible olvidar las cuantiosas advertencias y sinceras súplicas de quienes sabíamos que un genocida de la calza de Petro en el poder, era la prescripción inequívoca para el fracaso estatal. ¡Ríanse, pero aún hoy, 389 días después, me parece surrealista cuando llaman a ese vulgar y deprimente asesino, "Presidente"!
Pero bueno, ya fue, ya (como dicen las mamás) deje así.
Pasó un año de "cambio ancestral" y entre los escándalos de corrupción, el nepotismo descarado, las torturas a domésticas que servían de niñera-testaferro, los audios de sus alfiles "empericados" confesando el ingreso de miles de millones a la campaña, las investigaciones a su vástago (ese que no crió) por enriquecimiento ilícito y lavado de activos, los 167 líderes sociales asesinados, los 256 policías y miembros de la fuerza pública sicariados, las 57 masacres (que entre otras cosas no le han valido un trino a los miembros de nuestra reputada farándula criolla), el aumento de la tasa de homicidios, la inflación en 13,5% (la más alta registrada en la historia de Colombia), la ejecución presupuestal más paupérrima de las últimas décadas, las 204mil hectáreas de coca, el aumento desbordado de la baja de oficiales y suboficiales de la fuerza pública, el nulo decrecimiento de la pobreza multidimensional, la reforma tributaria (de $20 billones más de cargas impositivas), el indulto a terroristas urbanos de la primera línea, el proyecto de paz total (que busca exonerar narcotraficantes y subversivos culpables de crímenes de lesa humanidad), el estancamiento de la economía, el éxodo de la inversión extranjera, la crisis del sector constructor, turístico y energético, la piñata ministerial (que ha descabezado a más de 70 funcionarios de todas las carteras), las más de 58 ausencias injustificadas a eventos, cumbres, foros y reuniones, el "elicótero" y los plumones de ganso ancestrales, la gasolina más cara del mundo, entre muchas otras cosas; sorprende ver a algunos colombianos aplaudiendo, cual foca de circo, al palo con el que las están matando.
No comprendo cómo ante la evidencia objetiva, observable e incontrovertible, muchos siguen arengando y celebrando el desastre que Gustavo Francisco ha causado en Colombia. ¿Estaremos acaso, en el año de las focas (según el calendario chino) y no nos hemos enterado? ¿Será posible que el odio, la revancha y el resentimiento, inherentes al zurdo promedio, haya por fin inhibido de forma absoluta su capacidad de pensar, razonar, cuestionar y criticar?
¡Colombia no puede más! El gobiELNo del 'Cacas' (mote que usaba cuando era sicario del m-19 y solía defecar encima de los secuestrados) demostró en un solo año, que es más destructivo que el mismísimo COVID-19 y que esta patria boba no es capaz de resistir tres años más de 'Cambio'.
Dios quiera que las focas despierten y se transformen en lobos, antes de que esta dictadura, que tanto defienden, venga por ellas para matarlas de la misma forma cruel como cazan a estos simpáticos y graciosos animalitos.
