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jueves, agosto 27, 2020

MI REVOLUCIÓN

Si espera encontrar arengas progresistas, cánticos mamertos, frases marxistas, estribillos hostigantes mencionando a ya sabemos quien, invitaciones a marchas, plantones y asonadas en contra de los negocios de las personas que todos los días se levantan a trabajar y a intentar sobrevivir... ¡Fuera de aquí!


Esta revolución que propongo es pacífica pero agresiva, requiere unión y obediencia ante la desobediencia. Espero que se masifique y que me persigan por idearla, que me señalen por implementarla y que al final me agradezcan por lograrla.

Ponga atención porque necesito que usted comparta esta idea hasta que se vuelva viral, hasta que se vuelva un plan: 

Se trata de boicotear por completo, a la única actividad "legal" que reporta billones (con be) en utilidades en Colombia: me refiero al sistema bancario.

Ese abusivo y tiránico sistema, que reportó ganancias en el 2019 por $13,1 billones (o sea, millones de millones). De esta cifra, solo los bancos reportaron un total de 11 billones de pesos.

Los bancos con las más altas utilidades fueron en su orden: Bancolombia con más de $3.3 billones; Banco de Bogotá, $2.6 billones y Davivienda con un total de 1,3 billones de pesos. Por su parte, el BBVA de capital extranjero, reportó una ganancia de $738 mil millones, según datos de la Superintendencia Financiera.

En el año 2020 (sí, este año de m...), los efectos en la economía mundial que ha tenido el Covid, no han sido menos que nefastos y Colombia no se queda atrás, según datos de un estudio contratado por el Banco de la República, para el segundo trimestre, el costo económico asociado estaba en el rango de 48 a 65 billones de pesos (4,5% a 6,1% del PIB) por mes. Por su parte, el CEDE (2020) estimó que el cierre de los sectores más vulnerables a las medidas de aislamiento preventivo costará al menos 10% del PIB de cada mes.

Aquí viene lo indignante, a pesar de esta hecatombe económica, y de que muchos estamos ya "pasando aceite", los bancos, como se esperaba, han ganado durante la pandemia, menos que el año pasado, pero ganaron a fin de cuentas. En mayo tuvieron utilidades acumuladas de 2,5 billones de pesos, comparadas con los 3,6 billones el año pasado.

De las entidades financieras colombianas, le ha ido mejor al Banco de Bogotá (grupo Aval) con $974.226 millones de pesos, un poco menos que el año pasado cuando ganó 1,1 billones. Después sigue Bancolombia (grupo empresarial antioqueño), que tuvo $838.176 millones contra 1,3 billones de pesos en 2019. En tercer lugar está Davivienda (grupo Bolívar) con $256.833. Le sigue Banco de Occidente (grupo Aval) con $147.036 millones este año y $215.735 millones el año pasado. En el quinto lugar está el Banco Popular (grupo Aval), que solo en los primeros cinco meses de este año tuvo utilidades de 115.591 millones, comparado con 146.097 millones de pesos en el mismo periodo de 2019.

¿Entonces, es justo que los colombianos sigamos abriéndole huecos al cinturón y echándole más agua a la sopa, mientras que estas entidades, que pertenecen a unos cuantos particulares, se siguen revolcando en vulgares utilidades y en ganancias despiadadas? ¿Es acaso menos que inhumano que el 95% de la población tenga que ahorcarse para mantener los márgenes de utilidad de un sector que representa menos de 1% de los habitantes?

¡Ya basta! ¡Ya no más indignidad! Las revoluciones fueron creadas para exaltar causas justas y ecuánimes; y aun cuando algunos sectores e ideologías políticas las han tergiversado y deformado, hoy apelo a una revolución en contra de esta quimera, de este monstruo de siete cabezas que no se sacia nunca y que poco a poco nos está robando la vida y el futuro.

En plena pandemia, su "contribución", su magnánima generosidad, se vio reflejada en una refinanciación de las deudas. Nada más. Su empatía por las miles de personas que quedaron en la ruina después de cerrar sus negocios o de perder su empleo, fue un "no me pagues ahora, págame más y págame luego".

Mi revolución es simple: Diga #NoPago

#NoPago cualquier acreencia que tenga con un banco, sea de la naturaleza que sea. #NoPago las cuotas atrasadas, las tarjetas de crédito con intereses monstruosos, los créditos hipotecarios que nos obligan a pagar un inmueble tres y cuatro veces, #NoPago y #NoPago.

Si tiene cosas que perder, traspase sus bienes a un ser querido y cuando los bancos no tengan qué quitarle, diga: #NoPago. Si el bien está pignorado, pues que se lo quede el banco, el Covid nos enseñó que lo único que necesitamos para vivir es aire. Que se le daña el score en centrales de riesgo ¿qué importa? Ese número solo le sirve a los bancos para saber cómo y de qué manera lo pueden endeudar más con ellos. Mi revolución es simple: #NoPago, no pague. 

¿Cómo termina esta revolución? Con una amnistía nacional. Con un borrón y cuenta nueva. 

La pandemia y sus estragos exigen una nueva política económica fundada sobre una realidad poscovid-19. Si a usted le perdonaron $50.000 y a su vecino $500 millones, no importa, lo que importa es que barajamos de nuevo y cada uno verá cómo juega sus cartas ante la inminente realidad de una economía averiada y agonizante, que va a tomarse, por lo menos dos o tres años más en recuperarse.

¿Se une a mi revolución?


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