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domingo, septiembre 13, 2020

PETRO PRESIDENTE

No, el título no está mal escrito ni es un error de digitación. ¡Quiero que Gustavo Petro sea Presidente de Colombia!

Este texto lo tengo en remojo desde hace rato, sin embargo a raíz de los acontecimientos de estos últimos días en Bogotá y en el país, sentí la necesidad de publicar y explicar el disparate que lo titula.





Cuando empecé a escribir (hace unos meses) estaba trabajando en algunos proyectos que garantizarían no estar en Colombia cuando ese iceberg apodado 'El Cacas' golpeara nuestro Titanic. Por eso deseaba que semejante tragedia pasara (para que aquellos que tanto desean verlo como mandatario, lo sufrieran en carne propia), ahora por cuenta de mi ingenuidad y de la pandemia, todo parece indicar que me tocará presenciar el choque del barco, y otra vez, decir: "te lo dije" (como con la tal paz). 

Para ninguno de los que me conoce o son asiduos a mis escritos, es un secreto mi aversión personal, intelectual, económica, moral, política y cárnica con todo lo que suene a izquierda y sus derivados... (de allí que sea rotulado con frecuencia con el limitado, predecible y manido apodo de 'uribista o furibestia' – que para ser franco, más que ofenderme, me da pesar). Lo anterior porque sé y he constatado palpable, académica y pragmáticamente que la izquierda socialista es, como decía Churchill: la filosofía del fracaso, el credo a la ignorancia y la prédica a la envidia; su única virtud es la repartición igualitaria de la miseria.

Me repugna la zurda muisca y latinoamericana, sus huestes adoctrinadas, sus líderes, sus promotores de cuna de oro, detesto lo que le hace a las sociedades, a la empresa privada, a la educación, a la juventud, a los medios, a la justicia y hasta a la naturaleza (devastándola para sembrar coca, su combustible). No me aguanto nada de lo que "eso" representa. No lo soporto sin importar cómo le digan: comunismo, socialismo, socialismo del siglo XXI, revolución bolivariana, decentes, progresismo, partido del girasol, centro revolucionario, unidad nacional, neoliberalismo radical, etc.

Nota aclaratoria para el lector mamerto u obsesionado con "ya sabemos quien": la aversión arriba descrita NO INFIERE que el autor esté a favor o de acuerdo con la violencia practicada por los grupos narcoterroristas de "derecha o paramilitares".

Entonces ¿por qué quiero que Gustavo Petro (el máximo representante en Colombia de toda esa pestilencia ideológica y armada) llegue al máximo cargo del poder ejecutivo?

Simple: porque es el Presidente que Colombia se merece.

Colombia, con muchas excepciones que confirmamos la regla y en las que espero que usted, que está leyendo se incluya, es un país lleno de odio. Odio enfermizo y promovido por los que se llenan la boca hablando de paz y tolerancia. Colombia está lleno de cobardes gavilleros, que atacan en manada, como las hienas, pero que individualmente son taimados y asustadizos. Es un país violento con los indefensos y sumiso con los cruentos. Es un país en donde no hay autoridad (ni divina ni humana), es un país hipócrita en donde se condenan en el otro las conductas propias. Es un país de ladrones en donde la honestidad o la integridad son cosas de tontos, de "sapos". Es un país vergonzante ante lo fáctico, ante los hechos, ante la historia y lo evidente, pero desvergonzado ante el cinismo, el populismo retórico y el embuste. 

Colombia es un país de pobres, pero no de dinero o de recursos, sino de mente, de espíritu, de empatía y simpatía. Mi país es ignorante, superfluo y arrogante sobre temas que desconoce. Idolatra con premura y condena ante la sospecha. Es un lugar en donde se ve con buenos ojos un adefesio cultural denominado: malicia indígena. Colombia es un país de resentidos, de incapaces de asumir sus faltas y ligeros a la hora de endilgarlas. Colombia es un país que representa fiel y fehacientemente lo que es Gustavo Petro, (repito, con numerosas excepciones).

Colombia merece a Petro de Presidente. ¡De una vez, salir de eso, como las inyecciones!

No sé si perdí la fe, pero siento que esta patria merece ser gobernada ya por alguien que asesinaba, violaba, traficaba y secuestraba personas, y a quienes, entre otras cosas, cuando estaban en cautiverio les defecaba encima, de allí su apodo: 'El Cacas'. Colombia merece ya tener de regente a un sujeto que justifica con "amor" el alzarse en armas, asesinar colombianos, violar niños, traficar, extorsionar y servir irrestrictamente a los capos del narcotráfico. Sí, leyó bien, Aureliano argumenta que lo que hizo, lo hizo por amor.

Este país merece poner ya en el puesto de conductor a un sujeto desagradecido y cínico como él, a quien no le bastó con que se le indultaran todos sus crímenes (como si la figura de "exasesino" existiera), sino que desde la vida política sigue incendiando, ya no palacios de justicia con personas adentro, sino instituciones, autoridades, estamentos, tribunales y todo aquello que constituya una República Democrática. (¡Ah! sí, ahora también incinera intelectualmente: Cais).


Colombia merece tener a Petro de Presidente, porque es un país en donde esa mayoría a la que me refería, repite ociosamente vivir en una dictadura, en la miseria, en un lugar en donde el sistema de salud es inexistente (aunque soportó una pandemia mundial) y la educación ¡que no es gratis! es la peor del mundo. Un lugar en donde dizque no hay libertades civiles y a uno lo matan por hablar en contra del "régimen" que actualmente está instalado en La Casa de Nariño (o sea que Iván Duque, es como un Gadafi revuelto con Hussein y esencia de Hitler).

Siendo así, Petro, que fue coautor del modelo económico de la Revolución Bolivariana, íntimo amigo de Chávez, protegido y financiado por Diosdado y Maduro, simpatizante y aliado político de los mórbidos secretariados del eln, farc, epl, up, pcc, entre otros; es el Presidente que nos va a convertir en Cuba o Venezuela, lugares en donde, según los mencionados, todo es gratis y de primer nivel. No hay dictadura, no hay influencia del Castrismo (eso es cuento del "Matarife"), no hay empresas pero, el Estado benefactor le da a todos lo que necesitan. 'El Cacas' sí nos va a volver Venezuela, pero la Venezuela que tienen en la cabeza muchos, no la que nos "vendió" el "narco-paramilitarismo" y de la cual dan testimonio los miles de ciudadanos venezolanos que pululan en las calles de la ciudad (que seguramente se aburrieron de la buena vida y de esos paraísos terrenales).

Son tiempos aciagos, hermanos míos. El fanatismo nos tiene inmersos en discusiones odiosas, eternas e inútiles. El poder que tiene actualmente el que ganó, para que Petro no ganara, luce tímido, miedoso y esquivo. Se morirá con la idea de unificarnos como país, sin notar que somos Colombia, no Suecia, el sitio en donde nadie va a ceder y en donde nadie tiene la culpa de nada. Donde la intransigencia y el sectarismo extremo convirtió a sus habitantes en un lugar lleno de mocosos insolentes a quienes no les vale la recomendación del papá, deben quemarse, para entender que el fuego quema. 

Por eso y por mucho que vaya a doler, a quienes lo merecen y a quienes no nos merecemos semejante tortura, no queda otra que pedir que en el 2022 se lea en los titulares de prensa: Petro Presidente.

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Nota 1: el periodista Herbin Hoyos describe con perfección la crisis que vive Colombia y el plan macabro que fraguó el temido 'Foro de Sao Pablo', organización a la que pertenece el partido de Claudia López y Gustavo Petro, el dúo de la lírica necrológica.


Nota 2: un aplauso para ese padre de familia que salió a buscar a su hija, que estaba en los hostigamientos contra los policías, y la entró a la antigüita, a rejo. Una ovación para ese papá que aun cuando los medios carroñeros como Caracol insinuaron con sus titulares "maltrato intrafamiliar"; primó el deber y la responsabilidad que tiene uno como progenitor. La pregunta es: ¿dónde estarán los de los otros muchachitos adoctrinados?


Nota 3: otra vez "rajados" los profesores en Colombia. Raro, si los de FECODE "marchan" como un relojito.


Nota 4: no entiendo para qué se hizo un proceso de paz, con un grupo que no secuestró, no narcotraficó, no masacró, no violó ni atentó contra la población civil nunca. Ya estamos cerca de una declaración general que diga que las farc era un grupo de lectura y oración campestre.

Y los que votaron sí, ¡bien gracias!