El mundo todavía llora acongojado
por la triste noticia de la muerte de 'Cecil', el león más emblemático de
Zimbabue quien fuera durante 10 años la atracción principal del parque natural
de Hwange. Lo cazó un dentista estadounidense y esto ha suscitado todo tipo de
reacciones en redes sociales. Yo solo creo que no se puede esperar más de una
persona que combina la odontología con la caza furtiva.
En honor al yerto 'Cecil' quiero
hacer una apología de los leones que también perecieron y que jamás abandonaron
el cautiverio de la publicidad.
Empecemos por decir que la más
reciente edición del festival de Cannes, dejó varios sinsabores en cuanto a la
dinámica que ha tomado el certamen. En lo referente a esas ideas que
explícitamente se hacen para cazar la felina estatuilla, gurús y personalidades
de la creatividad mundial no se callaron nada. Objetaron los truchos
desarrollados paralelamente al tráfico normal de las grandes agencias, así como
los reencauches de otras ideas previamente galardonadas en Cannes y que este
año también fueron reconocidas en el evento francés.
Sin embargo y coincidiendo con la
opinión de muchos de ellos, el espíritu del león caído me hace pensar en esas
ideas que se quedan encerradas en el calabozo de un power point o en el balance
del contador de la agencia que dijo: “no”.
He trabajado en agencias de todas
las tallas, empezando por redes de ingentes tamaños, cuentas y oficinas,
pasando por agencias locales/medianas y terminando en unas tan pequeñas como mi
habitación. Ahora bien, ni siquiera haciendo parte de una red multinacional,
tuve la oportunidad de enviar mis trabajos al evento más importante de la
creatividad mundial (según muchos). Las inscripciones, al dueño de la agencia
(quien priorizaba la efectividad de los mensajes y no su aceptación en el
gremio), le parecían exorbitantes e inocuas. Los clientes ni siquiera sabían
que existían este tipo de encuentros y para la época, aún había cosas más
importantes que la representación del país y el número de piezas inscritas por
parte de la red (diferente a ahora, cuya sedienta fiebre de metales, hace que
hasta se empeñen el Xbox y la mesa de ping-pong de la agencia, con tal de
cubrir la cuota de inscripciones).
De cualquier forma y dejando de lado
que Cannes es una entidad con ánimo de mucho lucro, si el tema es solo la
creatividad y nada más que la creatividad, entonces las inscripciones deberían
ser gratuitas o cuando menos asequibles para las agencias de menor músculo
financiero, pero sí mucha fibra creativa.
El filtro debería depender de otros
factores menos pecuniarios y más relacionados con el quehacer del oficio. Por
ejemplo: la universalidad del mensaje, el nivel de efectividad de las ideas,
el grado de originalidad de las mismas, la optimización del presupuesto, la versatilidad
conceptual aplicada a diferentes plataformas mediáticas, el impacto social y el
retorno de la inversión, entre muchos otros.
No pienso hablar de las piezas que
cazaron un león y que hoy por hoy adornan los anaqueles de los CEO y el ego de
los creativos. Solo quiero hacer un réquiem por esas fieras dormidas, que
abúlicas descansan en el fondo de los cajones, en la memoria de los medios
locales o en el book de algún creativo que mira hacia las grandes redes
publicitarias como si fuera un Elysium.
Solo quiero exhortar desde estas
letras a los organizadores de Cannes a que liberen a esas ideas dormidas que
tienen todo el potencial para transformarse en grandes e indomables leones de
oro, para que como en la selva, solo las ideas más bravías sobrevivan.
@PeliROLO