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viernes, abril 09, 2021

NO ES URIBISMO





De un tiempo para acá, (más o menos desde que la nobel-élite colombiana nos dividió entre amigos y enemigos de la paz) todo en Colombia se volvió uribismo y antiuribismo. Ya ni siquiera estamos debatiéndonos y clasificándonos entre comunistas y fascistas o entre zurdos y diestros, ahora todo lo que no está filiado con la extrema izquierda y emana un inexplicable odio en contra de cualquier cosa que huela, parezca, se vea o se arrime a Álvaro Uribe Vélez, es necesariamente uribista.

Realmente creo que ajustarle lo divino y lo humano a una sola persona, llámese como se llame y sea quien sea, es la prescripción segura para el fracaso y la renuncia delirante a cualquier tipo de análisis de las problemáticas sociales.

Dicho de otra manera, buena labor realizaron los promotores de esta idea, al implantar en su público uno de los 11 principios propagandísticos de Joseph Goebbels  con tanto éxito. (SIMPLIFICACIÓN - ENEMIGO ÚNICO: adopte una única idea, un único símbolo; individualice a su adversario en un único enemigo).

Ahora bien, si lo ha notado ya llevo tres párrafos en los que no he dicho nada en contra de Uribe, por consiguiente, algunos fanáticos ya deben estarme poniendo frente paramilitar y alias. 

Sin embargo esta columna no es para atacar ni para absolver a nadie, es solo para ayudar a que esos fanáticos superen su perturbada obsesión y despierten el sentido crítico que sé que algunos tienen y que por su odio se niegan a utilizar. Me gustaría ayudar a que ampliemos, como colombianos, nuestro visor de la realidad nacional y a que, así suene utópico, encontremos consensos en medio de las diferencias. ¿Por qué? Porque no podemos seguir viendo a Colombia de manera binaria y mucho menos, seguir analizándola en función de lo que pasa, piensa y vive un 0,000000019851511% de los habitantes (o sea 1 Uribe / 50.374.000 colombianos).

Ahora sí entremos en materia: 

No es uribismo sentir indignación, como padres, hijos, hermanos, ¡humanos!, al ver confesos violadores de niños siendo convertidos en faros morales. Obviar que nunca repararon a sus cuantiosas víctimas y que mes a mes devengan $35 millones de pesos por su "trabajo" como congresistas.

No es uribismo preferir ocho años de cárcel (siendo pocos) para los culpables (paras) de atroces crímenes de lesa humanidad, que ni un solo día tras las rejas (de los de las farc). 

No es uribismo indignarse cuando con la anuencia de la opinión pública, en el congreso son hundidas iniciativas como la reducción del parlamento, la reducción de salarios a representantes y senadores, cárcel perpetua para violadores de niños o la prohibición de actividades mineras en los páramos; solo porque lo propuso el expresidente o alguien de su partido.  

No es uribismo aplaudir una cárcel en E.U. para los jefes de grupos narcoterroristas paramilitares y enfurecerse al ver que con curules e impunidad "castigaron" a los jefes farianos.

No es uribismo no ver diferencia alguna entre una masacre cometida por los paras o por las farc; por clanes o combos; por grupos disidentes o bacrim; por hampones o "jóvenes revolucionarios" (así como denominó Gustavo Petro al grupo terrorista M-19).

No es uribismo objetar, criticar y/o cuestionar que mientras por parapolítica hay más de 68 condenados y otros tantos investigados, por farcpolítica no se registra ni una sola condena ni investigación seria en curso.

No es uribismo haber previsto que el proceso de paz no era más que el mayor lavado de narcoactivos de la historia. No es uribismo haber leído las 297 páginas del acuerdo final y haber votado NO. No tiene nada que ver con Uribe, pedir que seis años después, ante la luz de los hechos, se reconozca el resultado del 02 de octubre.

No es uribismo condenar los falsos positivos y los directos responsables (Presidente, Álvaro Uribe Vélez; Mindefensa, Juan Manuel Santos y mandos militares) con la misma severidad o con la misma indulgencia. No es uribismo exigirle a los obsesos odiadores del Senador, el mismo rasero con el "Nobel", a quien le aplaudieron la tal "paz" y de manera inexplicable, "sacaron de esa colada". 

No es uribismo por lo menos esperar que a Uribe y a sus allegados, aliados y copartidarios; (de hecho a cualquier colombiano) también le aplique la presunción de inocencia de la cual gozan todos los políticos de izquierda, guerrilleros indultados, hijos de terroristas condenados y actores de la vida nacional. Es lógico intuir que si el expresidente es tan, tan, pero tan malo como lo pintan, algo le han de probar, demostrar y exponer sus enemigos (que no son pocos).

No es uribismo haber vivido en tiempos del ISS (instituto del seguro social), haber sido víctima/paciente de la salud en manos estatales y reconocer, que la Ley 100 (con todos los fallos que tiene), es de lejos mucho mejor. No es uribismo revirar ante los colombianos que sin pagar mayor cuantía han sido operados, tratados y aliviados. Qué va a tener que ver con el señor Uribe, comparar el sistema de salud en otros países con el nuestro, cuando los que viven allá lo critican al tiempo que vienen a hacerse sus tratamientos médicos acá.

No es uribismo cuando se exige que el terrorismo y los delitos que socialmente son condenados en tierras extranjeras (poniendo banderitas en los perfiles de Facebook y montando hashtags en Twitter) sean también censurados a nivel nacional.

No es uribismo saber y entender por qué en Colombia no hay paz, si ya se firmó el acuerdo que muchos juraron, la traería.

No es uribismo sentir que algo no anda bien con la justicia cuando, por ejemplo, a Andrés Felipe Arias, exMinagricultura, lo condenan a 17 años de cárcel (por el escándalo de AIS) y en contraste a Julián Gallo, alias: Carlos Lozada; alias: 'Tornillo', lo dejan que camine campante por los pasillos del Congreso, a la vez que carga con un prontuario que incluye reclutamiento de niños, más de 300 violaciones, abortos forzados, asesinatos, masacres, narcotráfico, extorsión y secuestro.

No es uribismo recordar cómo era Venezuela hace 25 años y cómo es ahora. No tiene nada que ver con el político antioqueño, presenciar en cada semáforo de la ciudad, familias enteras de 'Chamos' pidiendo limosna. ¿Qué relación puede haber entre Uribe y la rabia que produce ver las carreteras colombianas llenas de familias venezolanas, quienes con sus corotos al hombro, deambulan como si no tuvieran patria? ¿Es uribismo acaso advertir e identificar a los políticos y líderes colombianos que apoyan y respaldan el régimen que arruinó a ese país y lo volvió el lastre de toda la región?

En fin,... Así podría seguir enumerando múltiples aspectos de la vida cotidiana en donde la crítica, la objeción y hasta una simple pregunta, lo matricula a uno como barra brava del expresidente. Sin embargo creo que abrir el debate, evitar el rótulo y empezar a ver el área gris inherente a los puntos de vista, es tarea obligada para todos.