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domingo, febrero 24, 2013

ARMAGGEDON

Video-recopilación del meteorito en Rusia




Extinción. Una palabra remotamente utilizada y ciertamente desconocida para la mayoría de seres humanos que transitan por la vida sin pensar que su existencia es finita. 

Si me preguntan, creo que los seres humanos no somos más que una colección de pilas alcalinas que deambulan de aquí para allá buscando incesantemente conceptos etéreos que persiguen ideales, paradigmas y estereotipos terrenales preconcebidos y programados en cada individuo desde el momento mismo de la concepción (felicidad, éxito, poder, libertad, etc.).

El meteorito que cayó hace poco en Rusia y las preocupantes cifras que dio la NASA acerca del bajo porcentaje de cuerpos celestes que tiene monitoreados, me puso a pensar acerca de lo efímera que puede llegar a ser nuestra existencia. Ciertamente nada está escrito y la probabilidad de que una roca espacial nos caiga en la cabeza antes de que yo termine de escribir esto o usted, de leerlo es absolutamente abrumadora y reveladora.

El propósito de la vida no debería estar encasillado, la felicidad no debería ser materializada ni medida en dólares, el éxito no debería estar supeditado al fracaso del otro, el poder debería existir sin subordinación, la libertad y su respectiva sumisión debería ser un concepto histórico que nos recuerde la peor etapa de la humanidad. Sonará de cajón, pero justo sería decir de una vida tan frágil como la humana, que todos estamos obligados a hacer lo que nos haga felices. Vivir en un estado constante de paroxismo, llevar nuestros ideales tan lejos como los de nuestros semejantes nos lo permitan, propalar el misterio que esconde el porqué de nuestra presencia aquí y la consciencia que tenemos de ella.

¿No?