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martes, marzo 16, 2010

LEVANTE LA MANO

Un breve consejo para aplicar en cualquier salón de clase.

Comunicar es un término tan grande como complejo. La comunicación – en cualquier ámbito – nos habla de integración, de provecho general, de unión y cohesión.

En algún momento este concepto se tergiversó y se le otorgaron diversos tintes y poderes, gradualmente se fue catalogando la información como una forma de dominio sobre nuestros pares, al tiempo que la subjetividad crecía rampante.

Pensar que el mundo actual es consecuencia de la información que recibe no es raro, sus actuaciones son manipuladas por la versión publicitaria de cualquier gurú del ámbito, las columnas de opinión se transformaron en manuales políticos de convivencia que nos dictan cómo actuar, cómo pensar y cómo elegir.

Sea franco con usted mismo y hágase esta pregunta, ¿cuántas veces le ha parecido más fácil que le cuenten qué decidieron los demás mientras usted, impávido, ve pasar los sucesos que determinan su vida?, ha de sentirse como un taurófilo que observa con beneplácito cómo masacran un bovino en la arena.

Sé que en repetidas ocasiones ha sido más pertinente (por no decir conveniente), quedarse con la versión de un profesor, de un periodista, de un colega o de un amigo. ¿Cuánto tiempo tiene que pasar hasta que vaya directamente a la fuente a investigar y a establecer criterios únicos? ¿Cuánto tiempo va a seguir siendo un alumno y no un estudiante?

Hace poco, como estudiante aprendí una valiosa lección y quiero compartirla en este espacio.

Nada que tenga una pizca de subjetividad, absolutamente nada que no conmine a la lectura y a la formación de una visión excepcional, es digno de comunicar, publicitar o enseñar.

Estimado lector, dese cuenta que el nivel de dignidad es inversamente proporcional a la objetividad de la información que hoy en día deglutimos. El interés colectivo se remite a los gustos de cada cual, y es cierto, no todos los temas deben ser causa del beneficio colectivo, pero las matemáticas siempre serán las matemáticas, la necesidad siempre será la necesidad y la falta de dinero siempre estará en boca de los “de a pie”. (46 por ciento de la población según cifras reveladas por el DANE).

La conclusión de esta disertación se puede equiparar a cualquier trivialidad forjada en un perfil de una red social. Puede ser que para usted no sea relevante lo que estas letras acuñan, pero mi consejo y de paso la exhortación para todos los integrantes de esta comunidad académica es la siguiente: antes de entrar a un salón de clase a estudiar lo que se supone le encanta, lo apasiona y será el fruto de su sustento ¡infórmese!, hágalo bien, busque muchas fuentes, diversas ópticas, posturas y estilos; cuando tenga lo suficiente, forje su propia concepción de lo ocurrido, esgrima conclusiones, busque soluciones, acerque actitudes y a la vez fomente debates; piense, sea dialéctico, creativo y crítico. Sólo en ese momento considere justo levantar la mano para pedir la palabra.

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