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lunes, diciembre 10, 2012

DIATRIBA CONTRA EL NIÑO DIOS

Querido Niño Dios:
Hola, soy yo, el de las extensas cartas que al parecer nunca leías. Sí, el de las largas misivas que año a año intentaban futilmente demostrar actos de bondad para que me trajeras cosas que eventualmente nunca me traías, lo cual me llevaba a pensar que mi comportamiento no era el esperado según un distorsionado y mesiánico manual de buena conducta (que nunca me hiciste llegar). 

Hoy, algo cansado de los desaires navideños, te voy a decir lo que odio de la Navidad, para que te des cuenta de que tú tampoco es que hayas hecho un trabajo excelso en cuanto a la satisfacción de tus consumidores finales en esta, tu temporada.

Odio que todos tengamos que demostrar que fuimos buenos... ¿Buenos según quién?, por ejemplo, Santos fue bueno con Nicaragua pero malo con los sanadresanos... ¿Ahí cómo procedes? ¿Le vas a regalar otra rinoplastia? 

¿Por qué no le traes nada a los ladrones?, así no los obligas a alborotar su productividad y a nosotros la paranoia.

¿Acaso buscas compañía cuando vas a comprar cosas?, por qué parece que la mitad de los chinos vinieran de vacaciones a la ciudad, que siempre estuvieran en la calle y en el almacén que uno decide visitar? 

Extraño a noviembre. Gracias a ti la gente descuelga el esqueleto de Halloween e inmediatamente pone el destellante arbolito. ¿No te bastan 35 días de ciega adoración? 

Aclárame algo, entre Papá Noel y tú se echan la bola de los regalos... Al fin ¿Quién es quién ahí? ¿Quién paga?

"Lo que importa es el detalle" suena demasiado por estos días, ayúdanos a que extinguir la frasecita.

¿Qué pasa con los villancicos? Por qué elegiste esas sonzas tonadas repetitivas que se "pegan" más fácil que una canción de Elvis Crespo y que tienen la profundidad lírica de un reguetón, como amenizadores de fin de año? ¿Explícame qué rayos significa "tutaina tuturumá"? ¿El otro año podrías inventarte festividades musicalmente temáticas? 

Los trancones monumentales propios de esta temporada hacen que diciembre se vuelva el mes de la agorafobia (en verdad me aterra salir de mi casa). Odio que por la gentileza que tuviste con un fan llamado Gustavo, que te pidió de regalo lo que quedaba de la ciudad que se robaron sus copartidarios, los bogotanos estamos obligados a vivir en una ciudad decembrinamente cuadrapléjica. 

Explícame por qué durante estas fiestas la familia se agranda y el bolsillo se reduce. ¿No es acaso tu responsabilidad evitar la explosión demográfica? 

La conexión de las instalaciones, la estrella, el pesebre y cuanto artilugio luminoso navideño tengo, supone un incendio potencial. Vivir preocupado durante los días de alegres alumbrados no es algo que me apasione. ¿Has escuchado del concepto: econavidad?

Me da mucha pena con los padres irresponsables, pero extraño la pólvora, ahora por comprar una Chispita Mariposa, corro el riesgo de quedar en la lista de los más buscados por la fuerza pública. 

Los gozos para todos los días y ese lenguaje ante diluviano... "prosternado en tierra te tiendo mis brazos...". Un upgrade no caería nada mal. 

Odio que ninguna familia se pone de acuerdo para la cancioncita de los gozos (o es "ven, ven, ven" o es "dulce Jesús mío mi niño adorado"). 

Irónicamente no somos capaces de guardar un secreto sobre nada, pero a los niños los traemos "tramados" con tu supuesta generosidad desde tiempos inmemoriales. 

Debo confesar que en mis 33 años de vida, esta es la primera vez que te escribo sin segundas intenciones ni intereses particulares. Aun cuando me desencanté de ti una vez que te encontré fortuitamente en el cajón donde mi mamá guardaba las monedas. Allí estabas un 13 de diciembre, "biringo", sin explicación alguna de tu prematuro nacimiento y destruyendo todas aquellas teorías que construí para justificar tu tacañería en algunas navidades. 

Pero bueno, "llegó diciembre con su alegría" y toca contagiarse de ella. Desde ya te deseo un feliz nacimiento, pero te advierto que el mundo está mucho peor que el año pasado, lo cual me impide entender cuál es el interés de andar naciendo cada 365 días. 

¡Hasta pronto 'Chuchito'!

 

          

   
   

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